tiene dos caras
(como todas las cosas)
una es
ciertamente dulce
y la otra es
intensamente amarga
si todo sale
de acuerdo al plan
yo me he de ir
como él se fue
y cuando mi hora llegue
voy a recordar este día
espero escalar mi cerca
también sin vacilar
ha llegado la hora esperada
del niño que apenas habla
se cuelga a su abuela
y camina vacilante
preso de espanto y curiosidad
hacia el umbral familiar
y desconocido
afuera
un mechudo descastado
manipula una metálica
y adormecida bestia roja
que despierta de un rugido
y ronronea impaciente
mientras el otro la jinetea
fundiéndose ambos
en algo inexplicable y maravilloso
que incluso le silba un par de veces
y el delicado cristal de los infantiles ojos
es testigo de cómo se largan
rugiendo por la calle
y aunque muy posiblemente
el niño lo olvide
algún día
de alguna manera
lo recordará
y tendrá el apetito
por el único placer inventado
por el hombre moderno
y ansío
que mis ojos
pierdan su luz
y se sellen
para siempre
quiza entonces
pueda por fin
ver